Callan las cigarras y los grillos.
Callan los pájaros y emigran.
Lloran los arboles de pena
zarandeados por el
viento.
Caen sus hojas hacia el suelo
que un pintor las
pintara
como alameda dorada
cambiando verdes por
ocres
piedras por esmeraldas
y la arboleda por
ramas.
Estos otoñales vientos
se llevan nuestros
pensamientos
como también nuestros
sueños.
Se esfuman las veladas del verano
Regresan noches interminables
con sueños
desesperantes
y espinas en nuestro
cuerpo.
Las gotas de rocío vuelven
a verse,
y vuelve nuestra alma a enternecerse.
Ya nada es lo que parece
Lágrimas y nostalgias quedan
Y huyen labios que te besen….
Es otoño, madre, ¡¡ ay que pena ¡¡
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