Meditación
Cálidas noches de
verano.
En el pueblo aparecen
abiertos los balcones
Y en su basta plaza,
con su amplio
rectángulo desierto,
los bancos de piedra
aún calientes
del sol abrasador de la
mañana.
Sus árboles sedientos
dibujan sus negras
sombras en el suelo.
Y la mole de su iglesia,
majestuosa, elegante y
arrogante,
proyectando su imagen
en el cielo.
Y en el cenit, la torre
y su reloj
con campanadas cada
hora
pregonando que el tiempo se nos va,
y que cuan efímero es nuestro tiempo
que la vida pasa…
Meditando al pie de una
farola,
con la tenue luz casi apagada,
pienso que el tiempo se me escapa de las manos
que la vida pasa,
que la vida acaba…
Y que llega la hora de
rendir las cuentas:
¡¡Dios mio!! : Solo dejo amor como legado.
Solo aspiro dejar un buen
recuerdo como herencia.
Vuelvo a meditar:
no es la vida quien se
va…
Somos nosotros quien
dejamos a la vida…
No hay comentarios:
Publicar un comentario