A Sagrario la MADRE DEL ALMA
Fuerte y
curtida en la vida
Con golpes
desgarradores:
huérfana siendo niña
y mayor de
sus hermanas
sin que otrora le quedaran
ni pensiones ni otras pagas.
Tan
callando…
Y antes de
tener la edad
De Arnaldo
se enamorara,
Y fue su esposo del alma.
Vivian
estrechos de la enseñanza
Y así pronto
hubieron de buscar
Ingresos
extras en los juzgados
Pues tenían que alimentar
A los nueve
hijos que tuvieran
En tiempos
de la postguerra,
Tan callando
Gritos que
tienen eco
-cónyuges,
nietos, biznietos…-
Con toda la
pena lloran
Por la
ausencia de esta madre
Que va
buscando a su esposo.
Y va con nuestros sollozos
tan
callando…
Nunca tuvo
rencores,
nunca el
odio la invadió.
Nunca le
pudo el dolor
ni el
sufrir. Lo superó
tan
callando…
Todos hoy la
lloramos
Desde este
valle de lágrimas
Siempre
mirando al cielo
Recitando
esta plegaria
Unida a un
gran desconsuelo:
¡¡¡Madre…
cuanto te quiero!!!
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